MONUMENTO A LA BATALLA DE CÚCUTA.
Hazaña épica, tristemente ignorada por los habitantes de la Frontera Colombo - Venezolana.
Miguel Oswaldo Perozo R. (*)
La República de Venezuela solemnemente declarada el 5 de julio de 1811, como Estado libre, independiente y soberano, pronto sería blanco de los más sangrientos ataques proferidos por la monarquía española, decidida a mantener su dominio sobre las naciones aborígenes de Abya Yala, una región a la que habían esclavizado y explotado brutalmente durante 300 años. La Declaración de la Independencia en una pequeña porción de esa población subyugada, ameritaba respuestas militares contundentes de parte del dominador imperial, lo que hizo de Venezuela un gran campo de batalla. Los nacionales conducidos por Francisco de Miranda y Simón Bolívar, pugnan tenazmente por desalojar del poder las huestes españolas, a todo evento resistidas a abandonar sus abyectas posiciones coloniales. El proyecto de país concebido en los idearios de Bolívar y Miranda se debatía entonces en reñidas batallas, entre el incipiente ejército de la nación emergente y las tropas españolas.
Lo que estaba en juego era la hipótesis de un Estado Soberano con un régimen de justicia y libertades, de acuerdo a los postulados del Barón de Montesquieu y los más avanzados principios del pensamiento político de la época. Ostensibles derrotas y algunas capitulaciones que no fueron honradas por el enemigo español, condujeron a la restauración de la Capitanía General de Venezuela y la pérdida de la Primera República en 1812, obligando a Bolívar y sus edecanes a refugiarse en la Nueva Granada, que luchaba también por su independencia desde el 20 de julio de 1810. Allí produce el caraqueño inmortal su célebre Manifiesto de Cartagena, (1° de diciembre de 1812), documento de agudo ingenio político donde analiza la pérdida de la Primera República en Venezuela, y advierte sobre los peligros que se ciernen en la Nueva Granada. Así las cosas, el futuro Libertador ofrece sus servicios al gobierno de Cartagena de Indias, y allí lo asimilan en el pequeño pueblo de Barrancas, con el grado de Coronel al mando de una guarnición de 70 hombres, subordinándolo a Pierre Labatut, un oscuro aventurero francés que había participado en las primeras revueltas venezolanas, escenarios de la Capitulación de Miranda en San Mateo, y la derrota de Simón Bolívar en Puerto Cabello.
Desde Cartagena, contrariando las disposiciones de Labatut, y el Congreso de la Nueva Granada, el entonces Coronel Bolívar, por su propia iniciativa y la invaluable solidaridad de la Heroína y Mártir neogranadina, Mercedes Ábrego de Reyes, emprende una fuerte campaña militar, mediante la cual derrota y desaloja los bastiones realistas acantonados en la margen oriental del bajo Magdalena, que en el curso colosal de sus aguas, une Cartagena de Indias con el interior de la Nueva Granada, logrando triplicar su tropa y sus pertrechos. Libra combates en El Plato, Zambrano, Monpox y el 23 de diciembre ocupa la Fortaleza Tenerife formada por 500 efectivos del ejército español.
Ya el Coronel Bolívar dispone de 800 hombres que moviliza con impresionante rapidez sobre 15 embarcaciones menores, y muy pronto con esas fuerzas hace presencia en Guamal, Banco y Chiriguará. Con muy escasa resistencia y una moral a toda prueba logra avanzar hasta Tamalameque, Puente Real y El Peñón para entrar triunfante el 08 de enero de 1813, al Puerto Nacional de Ocaña, Norte de Santander de la hoy República de Colombia. De Ocaña el joven Coronel Bolívar se desplaza con su Ejército de aguerridos patriotas a la ciudad de Cúcuta, esa franja de territorio que había separado históricamente la Capitanía General de Venezuela, de la Nueva Granada, convertida entonces en reducto de las facciones realistas, comandadas en Venezuela por el español Monteverde, verdugo que degolló pueblos enteros para garantizarle al imperio de ultramar el brutal dominio estas colonias, esclavizadas y ultrajadas bajo el régimen de esclavitud salvaje, impuesto por las castas españolas.
Liberada gran parte de Cartagena de India, el Coronel Bolívar, acompañado de los más de los más brillantes oficiales neogranadinos y venezolanos, libra victorioso la batalla de Cúcuta, haciéndose merecedor del grado de General, con lo cual inicia la Campaña Admirable, que sería, a la postre, la más decisiva de todas las hazañas militares y políticas, para la liberación de medio continente. Así nació esta Gesta Épica, como no habrá otra bajo el cielo de la América Mestiza. Y el hombre enjuto, breve de carnes, que inicio su campaña con el grado de Coronel otorgado por la Nueva Granada, ingresaría victorioso a su Caracas natal, el 07 de agosto de 1813, llevando sobre sus hombros las Glorias de la Campaña Admirable, el Decreto de Guerra a Muerte, la derrota de Monteverde y los ejércitos imperiales... Y el título de Libertador, que lo sería más tarde, de medio continente.
(*): Cronista Oficial (jubilado) del Municipio Pedro María Ureña.
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